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Ven, te explico…

Reflexión sobre el rol del administrador frente a dos situaciones sobre las que más se quejan los vecinos.


Personas riéndose descaradamente sobre una situación
Meme sobre el rol del administrador

Imaginemos por un momento la complejidad de las finanzas comunes, donde cada transacción tiene su propósito y cada ajuste en los gastos responde a necesidades propias de la comunidad. Es aquí donde el administrador se convierte en el director de una orquesta, tratando de armonizar las expectativas y la realidad financiera. Sin embargo, en esta sinfonía, los vecinos, como espectadores a veces desinformados, pueden no captar completamente la complejidad de las notas finales a las que el administrador debe llegar.


Los aumentos en los gastos comunes, lejos de ser decisiones arbitrarias, son resultado de una cuidadosa evaluación de las necesidades de la comunidad. Cada ajuste, cada cambio, lleva consigo la responsabilidad de mantener y mejorar el espacio que se comparte. 


Es por ello que se dice que administrar una comunidad es un arte, donde se pone en juego la comprensión, la transparencia, y la búsqueda constante del equilibrio entre la claridad financiera y las expectativas vecinales. Desde la solicitud minuciosa de facturación hasta los ajustes en los gastos comunes, los administradores se enfrentan a un desafío que pone como principal factor, el entendimiento por parte de los residentes.


Cuando los “residentes más conflictivos” se reúnen para hablar del administrador, la tarea se torna aún más compleja. Aquí, el administrador, en su rol de director, debe dirigirse con habilidad y diplomacia para minimizar las opiniones y expectativas encontradas. La gestión de la violencia verbal o emocional exige una destreza especial; es un ejercicio de contención donde la empatía y la firmeza caminan de la mano. 


Establecer límites claros, fomentar el diálogo respetuoso y ofrecer soluciones viables, como informes detallados, son las herramientas esenciales para disipar las nubes de descontento. Sí, claro, además de director de orquesta, el administrador puede convertirse en un un pacificador experto.


En última instancia, la gestión efectiva se trata de construir puentes entre el desconocimiento y la realidad, buscando fomentar un entendimiento mutuo que fortalezca los cimientos de la comunidad. 


En este viaje, la empatía y la paciencia son las herramientas esenciales del administrador, quien trabaja incansablemente para construir una base sólida donde la confianza y la comprensión florezcan. Administrar capitales no propios para mantener en pie y darle mayor valor a la propiedad encomendada, es un trabajo complejo. Sin dudas.


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