La presencia de animales domésticos sin supervisión de sus dueños, es uno de los reclamos más frecuentes en edificios. ¿La responsabilidad es del administrador, del vecino o compartida?
La vida diaria de un administrador puede ser un auténtico torbellino de eventos y desafíos. Pero entre todos los obstáculos que enfrentan, pocos pueden igualar la comedia y el drama de lidiar con mascotas sueltas, y la responsabilidad compartida entre los vecinos y el administrador.
Entre patas: las situaciones
Un lunes, del largo agosto, ingresa un mensaje directo al grupo de vecinos alertando de manera directa a Carlos, el administrador de un conjunto de edificios en pleno zona sur. El comunicado en cuestión anunciaba:
Vecina 6to B: “Por favor solicito que se les pida a los vecinos que dejan sus perros sueltos para hacer sus necesidades que controlen que no sea en la entrada de las casas vecinas y que si esto ocurre las recojan. Hace a la buena convivencia, al respeto, educación y empatía. @carlos podés hacer algo??”
Carlos recibe el mensaje y automáticamente lo suma a la cadena de mensajes que recibió esa semana. El anterior indicaba:
Vecino 11 A: “Quisiera denunciar perros sueltos en el barrio. Ya estoy cansada de tener que barrer sus necesidades en mi jardín, que me sequen las plantas, no poder cortar el pasto sin encontrar sus regalos. Espero algún tipo de sanción porque esto ya se pasa de claro oscuro. Desde ya muchas gracias.”
La diplomacia ante todo
Si bien es cierto que el administrador es el encargado de mantener la normal armonía de los edificios y sus comunidades, es el vecino el primer eslabón de la cadena en el cumplimiento de las normas básicas de convivencia. Claro que en caso de incumplimiento, es el administrador quien interviene activamente.
En este sentido, la primera tarea de Carlos fue recordar a los vecinos las reglas de convivencia y la importancia de mantener a sus mascotas bajo control. Pero también se dio cuenta de que su papel incluye la diplomacia, la escucha y la resolución de cara a los vecinos.
Principio de solución
Para conocer un poco más sobre la situación, Carlos organizó una reunión de vecinos. El resultado: una patrulla auto convocada de vecinos durante una semana, para alertar sobre perros sueltos. Además, cada vecino se comprometió con la revisión de sus cercos para evitar el escape de sus mascotas.
En paralelo, el administrador se encargó de enviar las misivas correspondientes a los dueños de las mascotas que pudo identificar, puesto que contaba con las fotos de las cámaras de seguridad. El aviso incluyó la multa correspondiente por no cumplir con las normas.
Final ¿feliz?
Las quejas se redujeron a cero al mes siguiente, y los vecinos pudieron disfrutar de entradas más limpias. Esos mensajes se volvieron anécdota y la idea de patrulla canina se convirtió en una medida que quedó reservada para enfrentar situaciones futuras. Pero, ¿la tarea finaliza con estas acciones?
Cada vez son más los propietarios e inquilinos que eligen adoptar perros o gatos para disfrutar de su compañía. Sin embargo, frente a estas situaciones y para evitarlas los vecinos deben comprender que la responsabilidad primera está en comprender, aceptar y cumplir las normas de convivencia.
El respeto por el uso y disfrute ajeno de todas las zonas comunes más que un compromiso es una obligación para quienes deciden convivir en complejos. La reiteración de las normas, el diálogo y las reuniones pueden ayudar a minimizar las faltas de cumplimiento.
En el mundo del administrador, lidiar con las mascotas sueltas es solo uno de los muchos desafíos. Sin embargo, a través de la creatividad, la diplomacia y la cooperación de los vecinos, se logran convertir situaciones problemáticas en oportunidades para fortalecer la comunidad.
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